jueves, 12 de julio de 2012

XII.- Historias de Marinos, de Marinos Navegantes

Historias de Marinos, de Marinos Navegantes


Pero hay náufragos que nunca volvieron.

No es cierto eso que algunos sostienen: que el mar siempre devuelve a los muertos.....

Suele quedarse con aquellos de los que más amor recibió.....


Puerto Escondido, Oaxaca, México


Manuel Antonio C. Sánchez  


Las escuelas Navales, son escuelas de Príncipes.


Desde pequeño mis padres me enseñaron a respetar el mar, me explicaron sus peligros en caso de no hacerlo. Cuando me llevaban a las playas de Villa del Mar, todavía se alcanzaban a ver los postes de madera que habían puesto los Jarochos en los cuales había rejas de alambre para intentar que no se acercaran los tiburones, puesto que ya se habían llevado a varias personas con el mar a la rodilla.


Posteriormente mi Abuelo Antonio y yo, nos íbamos a caminar a la costera y me comentó en cierta ocasión "Cuando tengas un problema muy grande, tómalo con tu mente y llévalo hasta donde alcances a ver que termina el mar, ahí suéltalo y que se hunda, esperando poder perderlo en la inmensidad del mar", nunca lo he podido hacer.


Cuando ingrese a la Heroica Escuela Naval, continúe escuchando Historias de Marinos, Marinos Navegantes donde te insistían en respetar el mar, como cuando vas navegando debe ser mayor el respeto que le debes tener, nunca en un mar bravo tomar las olas de frente, siempre debe ser lateral para no perder la estabilidad del barco en alguna ola. Se nos enseñó a nadar y varias técnicas de supervivencia.


Por protocolo de seguridad cada tres meses quedábamos fondeados en la  cercanía al muelle de la Base Naval en la Bahía de Acapulco, Guerrero y toda la tripulación, menos la guardia, teníamos que aventarnos al mar con nuestro salvavidas y nadar hacia la playa, al mar hay que darle su lugar y respetarlo, teníamos marineros que no sabían nadar y les daba pavor estas pruebas, tenían que aprender a flotar en mar picado, esa era la intención. 


En todos los Barcos de Guerra de la Armada de México hay balsas para casos de emergencia, estas están dentro de un tambores de plástico y se les llama, "cacahuates" pues tienen esa forma.


Los "cacahuates", son balsas para 16 personas, se destraban unos seguros y se  arrojan al mar, al caer se jala con una cuerda de seguridad que abre el "cacahuate", y se comienza a inflar la balsa la cual tiene techo, esta contiene agua, alimento, pistola de señales, radio que emite señales de emergencia y localizador, lámparas, utensilios para pescar, algunas mantas, etcétera. Todo lo necesario para sobrevivir unos días.


La tripulación completa tiene la balsa que le corresponde, una lista del personal que tiene que ir en la balsa, y cada uno de los elementos tiene asignada una tarea, todo está preparado para alguna emergencia, todo para respetar al mar.


Posteriormente de navegar infinidad de veces y conocer al mar en todas sus etapas, se me comisiono como Jefe de Seguridad de un gobernador y no precisamente en la costa, desempeñe mi comisión a entera satisfacción.


Años después en unas vacaciones personales tuvimos oportunidad de ir a Puerto Escondido, Oaxaca, mi familia y yo, tenía mucho tiempo de no meterme al mar, estábamos en una playa abierta, sin rompeolas y había gente surfeando, el mar como siempre majestuoso, me metí y estaba como en mi casa, mas que a gusto.


Disfrutaba las olas y el golpeteo de las mismas, el agua me daba a los hombros, llego un momento donde ya no tocaba el fondo y no le preste atención.


Pasaron unos momentos y me sumergí para checar la profundidad y no alcance a tocar, me dije, tengo que empezar a nadar hacia la playa y lo hice en forma lateral, nunca de frente, nade varios minutos y no avanzaba.


Cuando me di cuenta que no avanzaba, empecé a gritarle a las personas que me ayudaran pero, nadie me escuchaba ya estaba muy retirado, igualmente empecé a hacerles señales con las manos pero más me cansaba. 


Tome la decisión de ponerme de cara al cielo y empezar a patalear, en algún momento se daría cuenta los salvavidas que me estaba llevando la corriente, pasaron más minutos y se me hacía eterno, la corriente me había arrastrado mucho más lejos y no podía hacer nada, tenía que guardar la calma y fuerzas para lo que ocurriera.


Seguía de cara al cielo intentando patalear hacia la playa pero era en vano y alcance a escuchar una voz lejana y me enderece y voltee a ver quién era.


Soy salvavidas señor, estaba aproximadamente a unos diez metros y venia en una tabla de surfear y me dijo le voy a aventar el salvavidas necesito que se lo ponga y me ayude poniéndose boca arriba y comience a patalear para ayudarme a llegar a la costa.


Hice lo que me indico y llegamos a la playa en varios minutos, le di las gracias y me dijo vaya a la caseta a poner su nombre y demás detalles, le pregunte que si era el único y me dijo que no, que yo era el numero diecisiete, solo de ese día.


Regresando a la casa que habíamos rentado, me serví un whisky y salí a contemplar el mar, ya era de noche, a tratar de entender o comprender lo que había ocurrido, me costaba trabajo poder precisar que el mar me había arrastrado y no me había dado ninguna oportunidad.


Que si no hubiera salvavidas seguiría en ese momento flotando por ahí, todas las indicaciones que tenía sobre el mar no me habían servido a lo sumo solamente el guardar la calma y tratar de no agotarme.


Estuve meditando el asunto y me di cuenta que el mar estaba enojado conmigo por haberlo abandonado, yo, el que siempre me jacte de ser un Marino Navegante y de acompañar al mar en mis innumerables navegaciones, lo había abandonado.


A partir de esa fecha entro al mar solo hasta la cintura.


Sé que el mar quiere que regrese con él y lo quiere lograr, me da mucha nostalgia verlo molesto conmigo.


Pero sé que si le doy la oportunidad un día el me llamara a su lado.


Estas son Historias de Marinos, Marinos Navegantes.

 



XI.- Cabo San Lucas, Baja California



Si vas a reenviar este e-mail, borra mi dirección; protege a quienes se los envías, colocando las direcciones en la casilla CCO, con copia oculta.